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V I E R N E S 13 D E MAYO 2 0 : 0 0 H S
NUEVO HORARIO 20:00HS!!!
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c e n t r o c u l t u r a l l a p a l o m a
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INVITA: OJO DE BUEY
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Dirección: Daniel Monzón.
Países: España y Francia.
Año: 2009
Duración: 110 min
Género: Drama, thriller
Interpretación: Luis Tosar (Malamadre), Alberto Ammann (Juan Oliver), Antonio Resines (Utrilla), Marta Etura (Elena), Carlos Bardem (Apache), Manuel Morón (Almansa), Luis Zahera (Releches), Vicente Romero (Tachuela), Fernando Soto (Armando), Manolo Solo (director de la cárcel).
Guión: Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón; basado en la novela de Francisco Pérez Gandul.
Producción: Emma Lustres, Borja Pena, Juan Gordon y Álvaro Augustin.
Música: Roque Baños.
Fotografía: Carles Gusi.
Montaje: Mapa Pastor.
Diseño de producción: Antón Laguna.
Vestuario: Montse Sancho.
Distribuidora: Paramount Pictures Spain.
Estreno en España: 6 Noviembre 2009.
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Sinopsis: Juan, funcionario de prisiones, se presenta en su nuevo destino un día antes de su incorporación oficial. Allí, sufre un accidente minutos antes de que se desencadene un motín en el sector de los FIES, los presos más temidos y peligrosos. Sus compañeros no pueden más que velar por sus propias vidas y abandonan a su suerte el cuerpo desmayado de Juan en la celda 211. Al despertar, Juan comprende la situación y se hará pasar por un preso más ante los amotinados.
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Crítica:
Celda 211 es un thriller que se abre las venas y se desangra delante de tus ojos. El golpe inicial se presume demoledor, pero la brutalidad se diluye en las aguas tibias de una narración tensa, inteligente y muy bien llevada. Sus personajes tiran los estereotipos muros afuera, y en el patio hierve una lucha de indeseables en busca de dignidad. No es extraño cómo se queda el espectador recién llegado a este penal: perplejo ante un potentísimo drama carcelario que acojona. Luego el argumento tiene algún que otro giro algo efectista, pero al estar encerrado enseguida reaparece Malamadre con su voz aguardentosa, para clavarte su mirada y devolverte a la cruda realidad. Qué grande Tosar, magistral componiendo un personaje memorable, no sólo por cómo lo interpreta, sino por cómo logra que el público en la sala, la sociedad libre, consiga ver al ser humano que hay en todo recluso, aferrado a la violencia en nombre de sus principios. Como tantas veces hace la sociedad libre, vamos. (Pablo Kurt: FILMAFFINITY)
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"Peripecia llena de violencia e inteligencia (...) brillante película de género, probablemente la mejor española (o en español) del año. (...) Puntuación: **** (sobre 5)." (E. Rodríguez Marchante: Diario ABC)
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"Una de las mejores películas que ha hecho el cine español en mucho tiempo (...) Una narración tensa y compleja en la que todo posee fuerza, suspense, desasosiego y veracidad. Pasa volando y perdura en el recuerdo (...) Impresionante recital de Luís Tosar" (Carlos Boyero: Diario El País)
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"Un espectáculo trepidante, que maneja los hilos de la acción y del drama, el espacio cerrado de la prisión y los distintos puntos de vista sobre lo que ocurre con una desenvoltura cercana al virtuosismo. (...) interpretación apabullante de Luis Tosar" (Alberto Bermejo: Diario El Mundo)
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"Excelsa recreación de Luis Tosar (...) Monzón trabaja con maestría las constantes del género carcelario (...) Puntuación: **** (sobre 5)." (Sergi Sánchez: Fotogramas)
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"Un bestial Luis Tosar estremece en este sorprendente thriller carcelario. (...) un guión muy bien atado (...) Puntuación: ***1/2 (sobre 5)." (Irene Crespo: Cinemanía)
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Un drama carcelario sólido y vigoroso con vocación de denuncia, que hay que colocar entre lo mejor del panorama cinematográfico nacional. Gran interpretación de Luis Tosar.
Los amantes del género carcelario y los del cine español están de enhorabuena, porque "Celda 211″ reúne todos los ingredientes para pasar un buen rato entre rejas, ver cómo las manzanas podridas no lo son tanto, y cómo algunos hombres buenos lo son menos de lo que parece. Daniel Monzón logra una película intensa y pegada al terreno, dura y dramática al mostrar con realismo la vida interna de una cárcel levantada en motín, y plasmar un sentido de la humanidad en presos, funcionarios y políticos que esconde lo mejor del individuo y también las pasiones más mezquinas. Por azares de la vida, Juan es un joven funcionario que se ve envuelto en un motín y que se hace pasar por un preso más… en su intento por salvar la vida entre unos reclusos poco cultivados y unos negociadores poco humanos —o al menos poco acertados. Muy enamorado de su mujer Elena —que está embarazada—, ella será el motivo y desencadenante de su audaz e imprevisible actuación.
Ciertamente, Monzón echa mano de muchos de los tópicos del género y de todas las licencias posibles para crear personajes arquetípicos. Presenta una historia de peligrosos delincuentes en la que destaca la virtuosa lealtad a los amigos, en la que vemos terroristas —no menos bárbaros, pero distintos— "que están en otra guerra", y autoridades capaces de vender el alma de alguien o torturar por motivos aparentemente justificados (el personaje de Antonio Resines es excesivo en su caricatura y el más tópico). Es una visión de la realidad carcelaria y de la política penitenciaria y terrorista concreta que podía ser más matizada o discutible. Pero hay que reconocer que tiene un guión muy bien construido, con giros eficaces para dar dramatismo y complejidad a una historia que pasa de lo social a lo personal cuando Juan se implica de lleno en los acontecimientos del motín. Un comienzo que atrapa al espectador y un final con declaraciones de algunos testigos nos llevan a cuestionar el modo de proceder con los presos, el abuso de autoridad o la negociación improcedente cuando median intereses políticos (la crítica al gobierno nacional y al nacionalista es demoledora).
Entre medias, abundantes escenas violentas muy bien rodadas y planificadas, una fotografía llena de realismo, al igual que los diálogos —necesariamente fuertes y desagradables en ocasiones, por mucho que puedan molestar— o las escenas de salvaje brutalidad. También la música de Roque Baños contribuye a crear esa atmósfera de tensión y nerviosismo que hace que todos vivan al borde del estallido pasional, de la sospecha continua o el arranque de violencia. Pero sobre todo, la cinta la sostiene Luis Tosar con su interpretación de Malamadre, líder de los presos que nunca traiciona a nadie, pero que no permite que nadie cuestione su autoridad yendo por libre. Su personaje está muy bien construido y su actuación permite ver su ruda sensibilidad —también con el registro de voz— para que veamos ese fondo de lealtad y amistad que aún queda en él. Gracias a ello —y por curioso que pueda parecer— el espectador acabará sintiéndose más cercano a la causa de los presos comunes que a las peligrosas intenciones —aunque sean bienintencionadas— de unos negociadores de poca sensibilidad, dejando aparte a unos terroristas que parecen tener siempre la sartén por el mango.
Implicación emocional de quien se ha sentado en la butaca, también porque la realidad mostrada llega con la fuerza de la actualidad en nuestro país, y por la compasión que suscitan esos inocentes empujados o estropeados en la cárcel por una deficiente labor político-social. En ese sentido, Juan y su "conversión" en delincuente es paradigma de cómo echar a perder una vida por negligencia de unos —que le dejan herido en la celda 211—, por ineficacia de otros —que no aciertan a negociar primando la vida del inocente y jugando con ella como con cromos por motivos partidistas—, o por traición y engaño de algunos más. El uso de las cámaras de vigilancia y de las imágenes de móvil o televisión actúan como elementos virtuales capaces de "matar la vida o desencadenar la muerte", mientras que esa delgada línea que separa a los individuos honrados de los asesinos queda traspasada cuando Juan, un actor consumado rodeado por lobos hambrientos, pasa a ser parte de la manada… por haber sido tratado como alguien sin valor personal e individual. Es la consumación de la tragedia, más allá de la historia concreta, que convierte al hombre en una pieza del tablero político y al que se le despoja de su dignidad. Un drama carcelario sólido y vigoroso con vocación de denuncia, que hay que colocar entre lo mejor del panorama cinematográfico nacional, y que fue muy bien recibido en los festivales de Venecia y Toronto.
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